Monteverde

Los bosques de laurisilva y formaciones que componen el Monteverde pueden dar sensación de homogeneidad. Los ojos poco adiestrados observan una espesura verde, con un suelo en semipenumbra, escasos arbustos y una sucesión de una veintena de especies de árboles de diferentes edades y tamaños.

Pero bajo el manto siempreverde existe un complejo mosaico de bosques y otros hábitats naturales. Esta gran diversidad obedece a la variedad de ambientes como consecuencia del abrupto relieve.

En los márgenes inferiores del norte del Parque, pequeñas formaciones casi arbustivas de laurisilva y fayal brezal termófilo acogen algunas de las especies más raras.

En los umbríos valles, reina la oscuridad de las copas cerradas y altas de la laurisilva de valle con til, con sus espectaculares troncos con forma de candelabro.

Los gigantescos árboles de hasta 35 metros de altura caracterizan la laurisilva de valle con viñátigo, que forman impresionantes galerías flanqueadas de helechos

El musgo y los helechos protagonizan las cresterías de mayor humedad donde crece de forma exuberante la laurisilva hidrófila rica en epifitos.

En las vertientes orientadas al norte, los árboles alcanzan menos talla que en los fondos de barrancos, es la laurisilva de ladera, dominada por el loro, el aceviño, la haya, el brezo e incluso en algunas localizaciones el palo blanco.

Como un intrépido escalador, el brezal de crestería con tejo se ancla a las paredes casi verticales como un enano bosque colgante húmedo y misterioso.

Las crestas más altas, por encima de las nieblas en verano, mantienen el brezal musgoso de crestería con brezo arbóreo.

En las zonas más altas del Parque, por encima de los 1200 metros y en la vertiente sur, donde la sequía estival es más acusada, se forman bosques de fayal brezal arbóreo.

El Fayal brezal subarbóreo, achaparrado e impenetrable, lo encontramos en zonas más extremas, donde se unen sequía estival y viento